Era muy querido por su familia, que era muy numerosa. Según su hermana, Martha, él era un hermano ejemplar, un buen tío y un buen hijo. Sus 9 hermanos lo adoraban y era casi un segundo padre para sus sobrinos. Salían a cine, los llevaba al parque y jugaba con ellos. Guillermo Garzón andaba con ellos como si fuera un pato con sus patitos. Era una persona íntegra, honesta, responsable, líder y activista. Una persona que defendía sus derechos con un claro ideal: el respeto por la diversidad sexual y de género.
Su sueño de vida fue realizarse como persona, defender su ideal y ver cómo prosperaba su familia. Este impulso lo llevó a estudiar por su propia cuenta, a costearse su pregrado y a aportar económicamente al bienestar de su hogar. Lo llevó a ser activista por los derechos de las personas LGBT, y a trabajar incansablemente para alcanzar la igualdad.
Pero no todo era trabajo para él. Guillermo era un apasionado por el teatro y el cine. Amaba el arte y esta pasión se podía ver también, en su amor a la música romántica y, específicamente, por el artista español Miguel Bosé, cuyas baladas escuchaba durante horas hasta aprenderse sus canciones. Trotaba y nadaba, y eran su manera predilecta de lidiar con el estrés que le producía su trabajo.
Su muerte fue sorpresiva para su familia y las personas que más lo conocían, pues su familia no tuvo noticias de él desde el 15 de noviembre de 2014, fecha en la que desapareció de repente. Esta desaparición llevó a que su hermana, Martha, fuera a la casa de él a buscarlo, pero esta búsqueda no tuvo un final feliz, ya que ella encontró el cuerpo de su hermano sin vida y amordazado.